Las máquinas son sociales antes de ser técnicas -Juan Carlos Volnovich

Este articulo fue publicado en la revista Topia: un sitio de Psicoanálisis, Sociedad y Cultura. 



Voy a partir de una experiencia personal:

Decido enviar un mensaje. Abro mi computadora y con solo poner la primera letra del destinatario se me aparece el nombre y la dirección completa. ¿Cómo lo supo? ¿Quién está allí espiándome? ¿Cómo sabe mi computadora antes de que yo lo escriba a quién quiero dirigirme? Peor aún: solo puse una letra y aflora la dirección y el nombre de otros a quienes debía escribirle y lo había olvidado. ¡Gracias por recordármelo! Pero…¿A quién debo agradecer? ¿Quién sabe antes de que yo lo escriba a quién iba a dirigirme, y quién sabe lo que yo he olvidado y debería recordar?

Trato de despejar esas ideas paranoicas, intento postergar esos interrogantes y me decido a escribir el mensaje. Pasa lo mismo. Una sola tecla y aparece la palabra completa. Otra tecla…y, lo mismo, otra palabra. Siempre así. A veces, con una sola tecla no alcanza y se me hace necesario escribir las dos primeras letras para que se complete la palabra deseada. La palabra deseada. Pero ahí está la cosa: quiere decir que alguien, que no soy yo, sabe acerca de mi palabra deseada.

Insisto en contener la paranoia -mi paranoia- y acepto la explicación acerca de los textos predictivos. No hay alguien allí. Nadie me espía ni dedica su tiempo a saber acerca de mi voluntad y de mi deseo. Es sólo una máquina. Es una tecnología que funciona haciendo referencia a un diccionario con las palabras más comunes. Cuando presiono la tecla, un algoritmo busca en el diccionario una lista de palabras posibles y me muestra la opción más probable. Yo puedo confirmarla y pasar a la siguiente palabra -es decir, a la siguiente letra- o usar una letra más para visualizar las otras combinaciones posibles. El programa se encarga de completar las palabras. Entonces, termino el mensaje y aprieto la tecla “enviar”. Ya lo sé. Marx y Engels me lo explicaron en el Manifiesto Comunista de 1848 “todo lo sólido se desvanece en el aire” y Marshall Berman escribió su libro bajo ese título. De modo tal que el mensaje que envié…se desvaneció en el aire dejándome con el interrogante acerca del aire, de cuántos mensajes habitan el aire que respiro.

Entonces, cierro mi computadora y me dispongo a tomar aire fresco. Voy al club, me encuentro con mis nietas que me invitan a cazar pokémones.

-¡Mirá!, allí, arriba de la mesa, sobre el pan, un pokémon. Le disparamos una pokébola y…lo atesoramos en el pokédesk.

Los pokémones han logrado la maravilla de despatologizar las alucinaciones. Antes, cuando uno veía cosas que no existían corría serios riesgos de ser sospechado de delirante. Ahora, hasta es poco “cool” no salir a buscarlos en la realidad. ¡Y, encontrarlos! Porque nuestra realidad, el mundo de lo real, está poblado de pokémones. No se trata de aceptar, como hasta hace poco tiempo atrás, que la realidad virtual puede sustituir a la realidad física. Ahora, es una realidad aumentada, un entorno físico combinado con elementos virtuales que van creando una realidad mixta en tiempo real. De modo tal que el dispositivo tecnológico añade información virtual a la información física ya existente, es decir, le sobreimprime datos informáticos al mundo real.

Articulo completo en: https://www.topia.com.ar/articulos/maquinas-son-sociales-antes-ser-tecnicas


Comentarios

Entradas populares