EL DIVAN PRIMERO TIENE QUE ESTAR EN LA CABEZA

 


Es bueno recordar que Sigmund Freud antes de ser el padre del Psicoanálisis primero fue Neurólogo, centrando su praxis científica como médico en el sistema nervioso, es decir que primeramente su interés por el sufrimiento humano estaba asentado sobre las causas biológicas de los mismos.

En 1895 se publica Tratado sobre la Histeria, en coautoría con Josef Breuer, otro médico Vienes; en este tratado se publica el análisis de casos de pacientes de la época y se abordan tratamientos principalmente con las técnicas de Hipnosis y Sugestión; al día de hoy ya en desuso. A través de estos métodos se incidía sobre la voluntad de la persona que consultaba haciéndole recordar sucesos del pasado aparentemente alejados de la conciencia pero en relación con el sufrimiento actual. Sin embargo el recordar no era suficiente ya que se operaba sobre los síntomas pero no sobre las causas de los mismos, no pudiendo impedir  que al tiempo aquellos regresaran, asimismo el método terapéutico corría el riesgo de volverse un dispositivo de dominación que dirigía a la persona bajo sugestión e hipnosis. Inquieto con esto Freud prosigue en sus investigaciones y, con el descubrimiento de que existe nada más y nada menos que un Inconsciente, es decir que no todo es del orden de la voluntad, y con ello una regla fundamental para abordarlo, la asociación libre, es como se da el paso del Freud Neurólogo al Freud Analista.

La asociación libre, considerada la regla de oro, regla fundamental de un análisis, consiste en que la persona que consulta exprese libremente sus ocurrencias sin intentar suprimir nada por considerarlo poco importante o fuera de todo interés, así se considera que si la persona no elije particularmente nada para hablar en alguna parte su inconciente se expresa, pudiendo de esta manera conocer su funcionamiento.

En algún momento de su recorrido Freud comienza a utilizar el diván, no porque si, sino porque consideraba que de esta manera la persona al recostarse se relajaba y se fomentaba así la libre asociación. Al recostarse  se le enunciaba al paciente la regla fundamental: que expresara todo lo que le venga a la mente sin intentar suprimir nada y sobre todo  aquello que consideraba poco importante.

Pero con el correr del tiempo muchas veces ese sillón diván pasó a ser un objeto decorativo y a veces también garantía de que un Psicoanálisis será posible, sin embargo de nada sirve tumbarse en un sofá si la persona  no ha entendido qué es la regla fundamental y para qué sirve, entonces, el diván debe estar primero en la cabeza, en el pensamiento y en el entendimiento de quien consulta.



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